La cultura y el miedo
Cuando alguien que gana dinero con la gestión de derechos de los artistas habla de defender la cultura ya pueden pensar que es cosa de echarse la mano a la cartera.
Hablo del artículo Por un Internet respetuoso con los derechos de autor de uno de los representantes de una de las gestoras de derechos más importantes de nuestro país.
La cosa es preocupante porque empieza suave, pero va destilando unas ideas preocupantes:
Internet no es un medio de comunicación, es un medio para comunicarse (a no ser que esta gente quiera hablar de los límites esos cuando canto con mis niños las canciones, ¡ay!, de María Isabel, entendiendo el aire de mi salón como un medio de comunicación).
Esta gente olvida que los derechos de los autores y el 'copyright' nacieron como una forma de mejorar la eficiencia de la transmisión de conocimiento y de saberes: se le daban al autor unos derechos, que cedía a cambio de una parte (no muy grande, normalmente) del beneficio que obtenía el distribuidor de los contenidos culturales (recuerden aquella historia de los contenidos científicos, lateralmente relacionada). Los autores tienen ahora un medio como no había existido nunca para difundir su obra (algunos lo saben -los pequeñitos lo sabemos-; y lo agradecen).
Esta gente olvida que la gente está dispuesta a pagar por las obras (pagan, tal vez, en los sitios equivocados: el 'top manta', un canal de venta magnífico, que favorece la compra compulsiva; pero también en los tonos para los telefonillos, un buen negocio: Los móviles entonan la mejor melodía para las discográficas).
Como esto ya queda un poco largo, sólo citar algunos sitios que hablaron del tema: Pedro J. Canut, en Internet no es un medio de comunicación. También en Pedro Farré, porque él lo vale.
Actualización: soy un desastre. Ayer copié un fragmento que me pareció interesante y no lo incluí en esta nota. Está extraido del prólogo de Darknet : Hollywood's War Against the Digital Generation (y tiene que ver con el miedo). La traducción es mía, asi que disculpen las inexactitudes e imprecisiones. El prólogo lo firma Howard Rheingold:
Hablo del artículo Por un Internet respetuoso con los derechos de autor de uno de los representantes de una de las gestoras de derechos más importantes de nuestro país.
La cosa es preocupante porque empieza suave, pero va destilando unas ideas preocupantes:
El "mercado de los contenidos" en Internet está protegido constitucionalmente por el derecho fundamental a la libertad de expresión e información. Sin embargo, ni la Constitución ni los catálogos internacionales de derechos reconocen estas libertades con carácter ilimitado y absoluto. Quienes actúan en Internet están sometidos a la ley y, por tanto, a los límites generales de la libertad de expresión. Internet es un medio de comunicación más y los mensajes difundidos deben respetar los mismos límites y principios que se exigen jurisprudencialmente en los medios convencionales.
Internet no es un medio de comunicación, es un medio para comunicarse (a no ser que esta gente quiera hablar de los límites esos cuando canto con mis niños las canciones, ¡ay!, de María Isabel, entendiendo el aire de mi salón como un medio de comunicación).
Esta gente olvida que los derechos de los autores y el 'copyright' nacieron como una forma de mejorar la eficiencia de la transmisión de conocimiento y de saberes: se le daban al autor unos derechos, que cedía a cambio de una parte (no muy grande, normalmente) del beneficio que obtenía el distribuidor de los contenidos culturales (recuerden aquella historia de los contenidos científicos, lateralmente relacionada). Los autores tienen ahora un medio como no había existido nunca para difundir su obra (algunos lo saben -los pequeñitos lo sabemos-; y lo agradecen).
Esta gente olvida que la gente está dispuesta a pagar por las obras (pagan, tal vez, en los sitios equivocados: el 'top manta', un canal de venta magnífico, que favorece la compra compulsiva; pero también en los tonos para los telefonillos, un buen negocio: Los móviles entonan la mejor melodía para las discográficas).
Como esto ya queda un poco largo, sólo citar algunos sitios que hablaron del tema: Pedro J. Canut, en Internet no es un medio de comunicación. También en Pedro Farré, porque él lo vale.
Actualización: soy un desastre. Ayer copié un fragmento que me pareció interesante y no lo incluí en esta nota. Está extraido del prólogo de Darknet : Hollywood's War Against the Digital Generation (y tiene que ver con el miedo). La traducción es mía, asi que disculpen las inexactitudes e imprecisiones. El prólogo lo firma Howard Rheingold:
Si miran a mis primeros libros, 'Tools for thought', 'Virtual reality', y 'The Virtual community', podrían notar que hay muchas más citas y más largas que en el más reciente, 'Smart mobs'. La explicación es que el 'fair use' (uso justo) - la tradición básica de construir sobre el (atribuyendo de forma precisa) trabajo de otros- ha sido eliminada por los grandes 'dueños de los contenidos'. Publicar solía ser un negocio más amable, con una cierta permisividad al servicio de la cultura. Mientras se usaran comillas y/o bloques de cita y/o cursivas y se atribuyera cada cita a su autor en una nota al pié y/o en la bibliografía, los autores éramos libres para utilizar el trabajo de otros. La regla decía que si se citaban menos de 500 palabras, no hacía falta permiso explícito.
Sin embargo, cuando escribí aquellos libros el de la publicación era un negocio muy diferente. [...] Las editoriales no están sólo en el negocio de publicar libros; son partes en el beneficio de grandes empresas de entretenimiento. Y estas empresas protegen su propiedad mediante demandas, a costa del uso justo. Mi editor de 'Smart Mobs' me dijo que tenía que obtener permiso escrito por cada cita de más de 250 palabras.
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2005-12-30
11:04
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